domingo, 23 de octubre de 2011

Crónica carrera CISE


Salamanca 23/10/2011

Distancia: 7.600 metros

Tiempo: 37’ 42”

Ritmo: 4’57”/Km.

Dorsal: 1015 (perteneciente a Pedrito)

Clasificación: 643

Todas las carreras comienzan a correrse semanas antes de la salida. Es la única manera de acabarlas. Yo llevo meses trotando por los caminos, a mi ritmo, y me conformo con terminarlas, aunque sea de los últimos. Sólo con experimentar el gustazo de llegar a la meta, merece la pena pasar por los nervios previos, los entrenamientos y algún que otro contratiempo, que nunca faltan.

En algunas carreras incluso, el disfrute comienza nada más salir. Particularmente, estando como he dicho, exento de la presión de ganar, suelo tomármelas con bastante tranquilidad, puesto que lo único que pretendo es llegar a meta sin acabar reventado. Ya han sido varias en las que he esperado al final con la intención de salir el último. Es una estrategia que me viene bien porque nunca puedes quedar peor que sales, o dicho de otra manera, porque de ahí en adelante solo cabe ir mejorando, Serrat dixit.

Una de las que más me ha gustado, en lo que a disfrute se refiere, es la que tuve la ocasión de correr el domingo en Salamanca. La llaman carrera CISE y tiene un recorrido de 7,60 Km, en gran parte por el casco histórico de la ciudad. Imaginad las sensaciones de pasar por la calle Fonseca, por el Palacio de Monterrey y la Iglesia de la Purísima, entrar en la Plaza Mayor por el arco de Prior, salir por San Pablo y subir por Palominos contemplando la casa de las Conchas y la Clerecía, transitar trotando la calle Libreros con la fachada plateresca a un lado y Fray Luis mirando desde el Patio de Escuelas, ir hacia el Palacio de Congresos y bajar hasta el río por la vaguada de la Palma, para cruzarlo por el puente de hierro y volver a entrar en la ciudad por el puente romano con el verraco vettón y Lazarillo como testigos mudos, porque para ciegos, el amo de Lázaro, que no puede contemplar las vidrieras modernistas de la Casa Lis como pudimos hacerlo nosotros según pisábamos las piedras milenarias del famoso puente. Desde aquí, vuelta a subir por la vaguada hasta Fonseca y desde allí por Champagnat hasta el Campus Unamuno. Un recorrido de ensueño con unos escenarios que por sí solos “enhechizan la voluntad de volver”, como diría el Licenciado Vidriera.

Lo de menos es que corriera con un dorsal prestado, el 1015, o que quedase el 643 de la general (ni siquiera se los que salimos), o que la lluvia hiciese aparición en el tramo final de la carrera, o que la organización, como ocurre siempre, te pare nada más entrar en la meta y te coloque 10 minutos en una fila con frío y lluvia para que el catarro vaya de serie en la bolsa del corredor. Lo importante es que disfruté corriendo por esas calles que he pisado caminando tantas veces y que lo hice con una media inferior a los cinco minutos el Km, que para mí talla, edad y condición está bastante bien. Además, al lado de casa y sin cuota de inscripción. ¿Cuántas carreras populares pueden decir lo mismo?