miércoles, 19 de diciembre de 2012

Navalmoral, una media con cara de entera

El agua de las duchas estaba fría, a juzgar por los asparabanes que hacían los que ya estaban dentro, pero el caso es yo apenas lo noté, seguramente por el calentón que llevaba encima tras haber concluido la carrera más dura de aquellas en las que he participado. Ni sensación, oye. Es más, tras la primera impresión, aguanté las ganas de retirarme del chorro y me recreé en la suerte, gozando de una ducha larga y abundante que me reactivó la circulación y me quitó la sensación de frío durante todo el día. Quitarte el sudor de encima, ponerte ropa seca y salir del vestuario limpito y reluciente es una de las sensaciones más gratas que tiene este vicio de correr por los caminos. La otra, que no le va a la zaga, es dejar de correr cuando cruzas la meta.


En esta ocasión hice caso a los sabios consejos de Juan Bueno y de Manolo Opel y salí ligero de ropa, eso sí, con una braga al cuello por si acaso había que proteger la boca y la cabeza cubierta para tapar la ausencia de cobertura capilar y evitar la pérdida de calor, aunque en honor a la verdad, la temperatura en la salida era de unos 14º, nada comparable al diciembre estepario de Peñaranda, pero con cierta sensación de frío debido al aire en contra que nos fue limando las fuerzas durante los primeros 10 kilómetros. En alguna ocasión incluso, brilló el sol y percibimos una clara subida de la temperatura. Desde luego, me sorprendió ver un par de naranjos cargaditos de fruta, y un prado con pequeñas flores amarillas, lo que nos indica un clima mucho más benigno que el que nosotros sufrimos habitualmente. Un dato: Navalmoral tiene una altitud de 291 m. mientras que Peñaranda está a 900. Tenía ilusión por venir a esta carrera ya que se daba la feliz circunstancia de que nos juntábamos prácticamente todos los miembros del equipo para hacer juntos el viaje, comer y pasar el día, por lo que no me importó en absoluto el madrugón, ya que cuando llevas buena compañía se disfruta cada momento. Así fue. En el autobús aparecieron unas cajas de pastas, que tuvo el detalle de llevar José Luis Martín, y una botella de orujo de hierbas, aportación de Rony, con sus vasos de chupito y todo, para brindar por una carrera sin contratiempos y calentar el ánimo, que parecía algo decaído viendo la lluvia caer, mientras atravesábamos de vez en cuando densos bancos de niebla que nos hacían presagiar un día gris, tristón e invernizo. No fue así. Para nada. Temperatura ideal para correr, con viento frontal molesto como he dicho, durante una buena parte del recorrido. 




Llegó la hora. 15 peñarandinos en la salida, cada uno con sus propias inquietudes y sus objetivos particulares. Unos con la intención de rebajar tiempo, otros con la de ganar en su categoría, alguno pensando en rivales de nivel similar, otros en acabar enteros y a ser posible con hambre. En esto, al igual que en otras facetas de la vida, cada uno va a lo suyo, pero no en el sentido peyorativo, no, ya que hay pocos deportes en los que la solidaridad y el compañerismo entre rivales se muestre de forma tan evidente. Aquí alientas a quien va sufriendo un calvario y le acompañas un trecho dándole ánimos, o intercambias comentarios y conversaciones. De hecho, yo lo he convertido en una costumbre y suelo pegar la hebra con corredores a los que me unen las circunstancias de la carrera. Eso me ha permitido conocer gente muy interesante con la que espero volver a coincidir en otras ocasiones. Es el caso de David Oliver, con el que me junté en torno al kilómetro 14 y en cuya compañía hice la última parte de la prueba en animada charla. 

  

Era su primera media, aunque ya había corrido la maratón de Madrid. Al igual que yo, converso tardío en estos esfuerzos deportivos, y también encantado de haber comenzado con esta afición. Lleva perdidos 40 kilos, me dijo, para contento propio y entusiasmo de su mujer. Yo tan solo he perdido 2 arrobas, pero sé perfectamente de lo que me hablaba David. En estas y otras disquisiciones fuimos acoplando el paso y acercándonos a la meta, que como siempre, se hace de rogar. Pero no es posible que ya esté llegando al final aquí, con lo larga que se me hizo allí. Claro, 21 kilómetros, son muchos metros, sobre todo si el trazado es de los que te pone a prueba el corazón y te deja las piernas machacadas. 

 

Digamos que desde el kilómetro 3, en el que comienzas a subir, hasta el 15, es una rampa continua con tan solo dos pequeños tramos de descanso, y varios cambios en la pendiente que te rompen el ritmo y te dejan madurito para afrontar la siguiente cuesta. Y menudas cuestas. De esas de varios kilómetros en las que no parece llegar nunca el final. El caso es que al principio nos las prometíamos muy felices, con la adrenalina a tope y en desnivel favorable. Los primeros cinco kilómetros no hacían más que pasarme corredores. Yo llevaba un ritmo de 4,55’ con buenas sensaciones, pero decidí aflojar en la seguridad de que no sería capaz de seguir así hasta el final. En cualquier caso no llevaba ninguna intención de averiguarlo, por lo que me puse a la altura de un grupo de atletas de D. Benito, uno de los cuales había estudiado filosofía con un peñarandino al que conozco. Trabamos charla sobre Sócrates, sobre Kant, sobre el racionalismo cartesiano, las posibilidades profesionales de las humanidades y otras fruslerías filosóficas propias de las medias maratones. Yo llevaba en el punto de mira a Rober y a Pifo, a los que les mantenía la distancia en torno a 100 metros por delante. El filósofo se iba quedando rezagado de su grupo y pegó un acelerón para echarles mano. Yo decidí seguir a mi aire y continuar charla con un talaverano que iba casi emparejado conmigo. Paisajes de encinas, paso por algún pequeño pueblo, cerdos ibéricos, zonas de monte acotadas para el adiestramiento micológico de perros, cuestas interminables. Ahora hace calor, en cuanto se ha quitado el aire. Rober y Pifo han desaparecido de mi vista, pero no quiero mirar el reloj, iré a lo que me deje el resuello y me permitan las piernas. El caso es llegar y hacerlo razonablemente entero. Ahora no hago más que adelantar personal, entre otros al filósofo de Don Benito. Hay quien ha decidido tomárselo con calma y subir andando alguna de las rampas. Llevo dos tercios más o menos, por lo que tan solo hay que aguantar un poco más y luego disfrutar de la bajada, ¿no te parece?, 

- Así es. Me llamo David. 
 -Yo José Luis. Encantado. 

Ya en las calles de Navalmoral veo a Rober de nuevo. Parece que va fundido. Tanto es así que llego rápido a su altura: - Vamos Rober, engánchate que queda poco. - Tira, tira tú. Llegando a una rotonda, el trazado vuelve a empinarse y me entran ganas de parar a insultar a alguien, pero ya hace un poco que hemos atravesado el arco del último kilómetro y al final de la calle aparece el cartel de 250 metros. Último esfuerzo oyendo los gritos de ánimo de Nieves y Leila. Hay que entrar sonriente, por si hay foto…. Paro mi crono en 1, 46’45”, mi mejor tiempo en una media, que se me hizo entera por su dureza y eterna por sus cuestas, pero bonita y entretenida, por el recorrido y la compañía. Menos mal que a la llegada nos esperaba un hermoso bocadillo de jamón, zumos, yogures, bebida isotónica, frutas, en fin, un avituallamiento a la altura del esfuerzo. Fantástico, sí señor. Un buen preludio de lo que nos espera en los Arcos de Baram: migas y caldereta para reponer energías. 



Juan nos espera con el maletero del autobús abierto a menos de 100 metros de la llegada, cojo la mochila y me dirijo al pabellón, en el que alguno incluso ya se ha duchado y cambiado de ropa. Zubiri tumbado a la larga me tiende la mano. Parabienes, felicitaciones, otra más al morral, ha sido más dura de lo que parecía, joder con la media, no vuelvo y comentarios por el estilo. En la ducha me entero por Fernando que los servicios médicos están atendiendo a Zubiri. Al parecer una bajada de azúcar, sin mayores consecuencias, a no ser que le quitó el apetito y le tuvo desganado y visitando el servicio durante toda la comida. Adri, algo parecido, con un posible corte de digestión tras la ducha de agua fría y el esfuerzo de correr una media maratón a menos de 4’. Vaya máquinas. En este punto no puedo mejorar la crónica del gran Zubiri, o sea que me conformaré con citar a los compañeros por orden de llegada a la meta:
Manuel González, 1,23’01”
Adrián Carabias, 1,24’21”
Edu de la Peña, 1,24’53”
Álvaro Hernández, 1,26’54”
Manolo González, 1,29’32”
Fernando Torres, 1,33’25” ; José Luis Martín, 1,33’34”
Juan Antonio Santos, 1,42’56”
Pifo, 1,44’52”

José Mari de Castro, 1,38’19”
Álvaro Bernal, 1,37’21
Roberto Macías 1,47’42”
1,46'45". Mi mejor media
Manuel González, 1,23’01” ; Adrián Carabias, 1,24’21” ; Edu de la Peña, 1,24’53” ; Álvaro Hernández, 1,26’54” ; Manolo González, 1,29’32” ; Fernando Torres, 1,33’25” ; José Luis Martín, 1,33’34” ; Chiri, 1,35’53” ; (Lo siento Chiri no he encontrado una imagen tuya, solventaré la deuda en cuanto la tenga),  Álvaro Bernal, 1,37’21” ; José Mari de Castro, 1,38’19” ; Juan Antonio Santos, 1,42’56” ; Pifo, 1,44’52” ; Roberto Macías 1,47’42” ; y yo mismo.  

Estoy orgulloso de todos ellos, pero no por sus tiempos espectaculares, ni por su capacidad de sufrimiento, ni siquiera por su afán de darlo todo en cada carrera, si no por ser fantásticos compañeros, solidarios y pendientes de los demás y con las ideas claras sobre cuáles deben ser las prioridades cuando alguien lo necesita. Todo un ejemplo, aunque se explayen en la ducha y no dejen agua caliente para los que circulamos con motor diesel. Pero ya os pillaré comiendo, ya…. 


NOTA: Todas las imágenes que ilustran este post, han sido obtenidas de la página de www.tortugasveloces.com
 

martes, 27 de noviembre de 2012

Cronica de Alba

La mañana en Alba amenazaba lluvia, los pronósticos la desmentían, pero cuando las nubes se empeñan no hay previsiones que valgan.  El domingo, sin embargo, acertaron los pronósticos. También hizo lo que pudo la temperatura, en torno a los 12 º y sin apenas viento, lo que propiciaba unas condiciones climáticas muy aceptables para correr, sobre todo a estas alturas de noviembre.  Yo en mi línea, con exceso de ropa. Ya me  lo dijo el gran Juan Bueno, el campeón macoterano que también se apuntó esta prueba en su palmarés: -¿Dónde vas tan abrigado?  Te vas a poner malo. Y yo creo que va a tener razón, porque llevaba dos camisetas, una de manga larga debajo y otra corta por encima, ambas empapadas de sudor al final de la carrera. Según Juan es mejor correr ligero de ropa y abrigarse al llegar. Esto también me lo ha dicho alguna vez Manolo Opel, nuestro buque insignia: Los corredores, al igual que los coches tienen que llevar buena refrigeración, si no se recalientan y se gripan. Les haré caso, que al fin y al cabo ellos llevan muchas carreras ganadas y saben de lo que hablan. Espero no “griparme“, pues hay veces que el aire frío del invierno te traspasa como un cuchillo y te hiela el sudor según te brota del cuerpo.



Si hay algo que agradezco en el trazado de las carreras, es que la parte final discurra por terreno favorable. La de Alba de Tormes cumplió esa condición, lo que pasa es que no hay anverso sin reverso, atajo sin trabajo, bajada sin subida. Habitualmente me suele sobrar el último kilómetro, pero en este caso me sobró el penúltimo. Menuda cuestecita la que sube desde el río hasta la parte alta de Alba. Como para cogerla a pecho. Si te cebas no hay cuesta que resulte cómoda, pero la de ayer nos dejó tocados a todos. El caso es que en la página web nos suavizaron el perfil, y lo que era una cosa en la realidad, parecía otra sobre el papel. Pero ya lo barruntábamos.  Por el contrario, no me gusta nada comenzar cuesta abajo. Si a la adrenalina de la salida, la sumas las ganas del comienzo, las fuerzas intactas, el dejarte llevar por el ritmo alegre del resto de corredores y además por la facilidad que te da un terreno  favorable, es muy posible que nos suceda que salgamos a mayor velocidad que la que podemos sostener y que acabemos pagándolo al final. Qué digo al final. Los problemas pueden comenzar mucho antes, y el de ayer era un recorrido engañoso, de los de no fiarse, de los que están pensados para hacer daño a las piernas, de esos que al menor descuido, te dejan sin aliento y aparcado en la cuneta. O si no que nos cuente Adri, que tuvo que parar a devolver bilis por tomarse la carrera demasiado a pecho desde la salida. 





Al principio, todos vamos bien, sobrados, con brío, alegres y cuesta abajo. Cuando corredores diesel, de los que comenzamos las carreras a 5 y pico, cubrimos los primeros kilómetros a 4 minutos, es que algo no anda bien. Por muy animoso que uno se encuentre. Tranquilidad. Hay que conocerse y saber lo que uno da de sí para afrontar cualquier carrera, no siendo que lo que ganes al comienzo, lo pierdas por duplicado al final, con el atraganto añadido de ver que los metros hasta la llegada se hacen interminables. Eso me queda claro, prefiero bajar el pistón y llegar entero al final que cruzar la meta uno o dos minutos antes en estado agónico. Ya he dicho en más ocasiones que mi meta deportiva en estas lides es llegar a las duchas antes de que se termine el agua caliente. Y ayer lo conseguí. Pero a lo que iba: Los problemas comenzaron en cuanto abandonamos el asfalto y nos adentramos por un camino resbaladizo y lleno de puchas. Al más puro estilo cross. Afortunadamente no era terreno de esos que te dejan el barro pegado a las zapatillas, tan solo de los que forman una capa de chocolate del que salpica las piernas,  te las deja llenas de cascarrias y te obliga a pisar con precaución para no pegar un resbalón. Con todo, lo peor del camino no fueron los barros, ni la distancia, ni las precauciones que hubo que tomar,  si no que picaba hacia arriba y te iba haciendo daño en las piernas y limándote las fuerzas, como el que no quiere la cosa.  Aunque lo peor estaba por llegar. La entrada en Alba por la carretera de Aldeaseca nos dejó maduritos. Por lo menos a mí, porque Bonilla, que no me abandonó en toda la carrera, iba sobrado, pero pendiente en todo momento de que no me descolgara demasiado. La cuesta del río la subió unos metros por delante, pero sin dejar de mirar atrás y de darme ánimos a los que yo respondía con una voz, -Ya llego, -Ya voy, o –Estoy aquí. Fue imprescindible esa ayuda para no aflojar el ritmo. En el alto pude ponerme a su altura, en honor a la verdad, gracias a que me esperó, y pudimos pegar aún un acelerón en la cuesta abajo, que nos sirvió para coger a Gabi, que había ido por delante de nosotros toda la carrera. 

Me gustó la entrada en la meta, a la que llegábamos atravesando un arco que da acceso a la plaza, pero más aún me gustó acabar. Qué alivio. Sobre todo en el tiempo que lo hicimos, a una media de 4’50”, lo que está muy bien para mi edad, mi condición y la dureza de la prueba. En esta ocasión se lo tengo que agradecer a Miguel Bonilla, animoso, fiel y buen compañero, que me fue marcando los ritmos y tratando de ajustar los suyos para llevarme hasta la meta en un tiempo impensable para mi. 

Esa es otra de las alegrías que te proporciona este deporte: la solidaridad, el compañerismo, la lealtad, el altruismo, la generosidad que derrochan muchas de las personas con las que tengo la suerte de coincidir. Es emocionante conocer gente así. Y ya lo que alcanza lo sublime es poder compartir con tus compañeros, mejor dicho amigos, que no se puede definir de otra manera a personas con las que me encuentro cada vez más cómodo, y con las que comparto afición, gustos, entrenamientos y buenos ratos, compartir decía, unas cervezas y unos pinchitos. Porque si bien es cierto que se sufre en el transcurso de la prueba, cuando el corazón se quiere salir del pecho, cuando las piernas te duelen, cuando la respiración no te alcanza, no lo es menos que una vez que has terminado, te has duchado, te has puesto ropa seca y te pides la primera cerveza ya acodado en la barra del bar mientras comentas con los compañeros los pormenores de la carrera, la satisfacción personal es inigualable. Compensa con creces los momentos de esfuerzo.  Aquí se para el tiempo. Una vez cruzada la meta el único ritmo que importa es el de acabar las consumiciones a la vez, para ir todos al mismo paso, que es una condición esencial en una ronda de vinos que pretenda llamarse tal. Buenos pinchos y abundantes en el bar de la plaza de Alba: calamares recién hechos, jetas calentitas y crujientes, huevos rotos, estos sí manifiestamente mejorables y un amplio surtido que no nos dio tiempo a saborear. Otra vez será.


Por allí me encontré a Floren, con el que me alegra coincidir y echar un parlao. También Juan Bueno, repartiendo almendras garrapiñadas y contándonos que en esta ocasión se había llevado una paletilla ibérica. Yo soy más de lomo. Por lo menos se parte mejor y no tiene hueso.  También fuimos llegando poco a poco todos los miembros del club para unirnos a Edu, que hizo una carrera memorable y que ya estaba tomando cervezas junto a Manolo hijo. A 3,50 “, el kilómetro, no las cervezas. Vaya máquinas. Carrerón de ambos. Es lo que tiene acabar de los primeros, que llegas antes al bar. También Adri, que entró un momento después que ellos por un problema que tuvo en la carrera, pero que bajó, no obstante, de los 4 minutos, al igual que Álvaro Hernández, que lleva una temporada extraordinaria. Este póker de ases son la punta de lanza del club y están pasando un buen momento. 

En el minuto 43 cruzó la meta Manuel padre, el campeón peñarandino que volvió a repetir triunfo en su categoría. Fantástico.  Antes de los 45, entró mi tocayo José Luis Martín, que tras bajar de la hora y media en la Behobia, nos ha confirmado su magnífico estado de forma. Bravo.   
Álvaro Bernal, que sigue en progresión,  en el  minuto 47, a 4,32. 





  

Después llegué yo en el 51, a 4,50 el kilómetro como dije y después Leila,  en el minuto 55, sacándose de las piernas una carrera de fábula. 


 

La próxima será la media maratón de Navalmoral. Allí trataremos de mejorar nuestros tiempos, el que pueda, o de acabar, que no es poco, el que ande peor. Lo que ya tenemos es ajustada la caldereta, o sea que sea cual sea el resultado de la carrera, no preocuparse, que lo importante está resuelto.

jueves, 8 de noviembre de 2012

No crónica de un encuentro.


Me parece que en esta ocasión no voy a escribir un post sobre el #bbppcita. Por varias razones. La primera de ellas es que es muy difícil decir algo nuevo cuando los que me han precedido en esa tarea han aportado y dicho todo lo reseñable sobre el evento; la segunda, es la pérdida de actualidad. No se puede esperar más de una semana ensimismado en la autocomplacencia y en el arrobo místico recordando los ratos pasados y ponerse a escribir cuando ya  el efecto emocional del evento va decreciendo. La tercera es que seguro que acabo la crónica olvidándome de hacer alguna mención imprescindible, y eso no me gusta. Cada una de las personas con las que he coincidido me han aportado algo, me han dado alegría, complicidad, nos hemos cruzado una mirada, un guiño, una sonrisa, y eso hay que agradecerlo. Pero la memoria va fallando y no todo lo que resultó agradable al corazón, queda registrado en los archivos de acceso rápido del cerebro.  Y no me lo negaréis, eso es un riesgo que fortalece esta tercera razón y por lo tanto mi voluntad de no sentarme a escribir sobre ello.


Eso sí, en el caso de un cambio súbito de opinión a este respecto,  no tendría ninguna duda de cuales han sido los momentos más destacables, aunque el problema llegaría a la hora de cuantificar cuántos de ellos deberían ser relatados, más que nada para no aburrir al personal. ¿Elegiría solo tres, o quizás una docena? Material tengo. Lo que también tengo y bastante claro,  es que mi primera mención tendría que ser para Lourdes Domenech @lourdesdomenech, por el impacto emocional que me produjo esta mujer de apariencia frágil, mirada intensa y sonrisa amplia y permanente. Por su sencillez, su cercanía, su claridad para exponer las cosas, su mentalidad disruptiva, su solidaridad, su compromiso con la educación, su amabilidad, su dulzura. Diría que me ha cautivado y que haré lo posible por volver a coincidir con ella. ¡Me ha regalado tanto en tan poco tiempo! ¡Cuánta razón tenía nuestro común amigo Marcos Cadenato cuando me hablaba de ella! Y hasta aquí puedo decir, no siendo que la buena de Lu me dedique una reprimenda por cantar sus virtudes, que es lo que tiene la humildad…

Lourdes Domenech y Marcos Cadenato. Imagen de Pep Hernández.

Si no hubiese decidido dejar estas consideraciones y otras en el teclado, no dudaría que el discurso narrativo tendría que saltar desde la personalidad sosegada y tranquila de Lourdes, a la alegría explosiva y desbordante de Mercedes Ruiz, @londones, que tuvo a bien venirme a saludar a la biblioteca el viernes por la tarde. Inmediatamente te percatas de que esta mujer es un huracán, es pura energía, amable, cariñosa, simpática y resuelta. Necesita dos hombres a su lado para equilibrar el contrapunto, en este caso, su marido, y Felipe Rodríguez, compañero de ponencia y de tribu.  A su lado no queda nada por hablar, nada por decir, todo queda organizado en un plisplás. Magnífica, Doña Díriga, Dáriga, Dóriga, trompa, Pitágora. 

 En este punto me encontraría ante la disyuntiva de seguir el relato siguiendo el orden de las ponencias  matutinas, o dejarme llevar por las emociones, pero puesto que he decidido no escribir sobre el Encuentro de BBPP, un dilema que me ahorro. Aunque me da pena no seguir, por mi amigo @ Pephernandez, con el que  ya había tenido el placer de coincidir en Peñaranda, aunque digamos que de soltero, por lo que tenía muchas ganas de que @Silviagongo, su esposa 2.0, apareciese por estas tierras. No sé qué es lo que más destaca de ellos, si su enorme humanidad, para lo que necesitan un envase XXL, o el tamaño de sus corazones, o la benevolencia de su carácter, o la campechanía que irradian. A decir verdad, a Pep lo he encontrado más menguado en esta ocasión, pero solo de talla. A Silvia, como siempre, amistosa y cercana. Encantadora. Como es ella. Con Pep me emplazo para nuestra próxima carrera twittera, a la que ya tenemos adscritos unos cuantos trotadores, con Silvia a seguir nuestra conversación inacabada. Pero con vino navarro, no con cerveza. 

Y claro, de optar por esta vía, llamémosla cronológica, no podría dejar en el olvido a @Tonisolano, el D’Artagnan de la Plana, que a base de encuentros y charlas se ha convertido en uno de mis imprescindibles y con el que siempre es un placer reencontrarse, para comprobar que no ha perdido la chispa, el destello inteligente y ese gracejo ingenioso más propio de un andaluz que de un valenciano. En esta ocasión ha hecho equipo, casi matrimonial también, como Silvia y Pep, con @Daniyecla, al que tenía unas ganas enormes de conocer. Desde luego, no defraudaron las expectativas estos dos caballeros andantes de la enseñanza. 
Posiblemente citaría a continuación a @Miguelgilcasado, que nos trajo el proyecto LOVA, que intenta acercar la ópera a las aulas, con una curiosa presentación en la que el auditorio acabó danzando y cantando con ritmo africano.  Y tendría que mencionar la capacidad de sorprenderme que tiene @Cpoyatos. Este profe lo mismo plancha un huevo TIC que fríe una corbata 2.0. Da gusto. Además vino acompañado de Marta Santiso, @mrtsantiso, que siempre alegra el semblante de aquel que la mira. 
No tendría perdón si dejase sin una mención especial a los componentes del grupo Ojos Negros, Javier Monteagudo, y  @jmonteo y Milena Fuentes @mfumerin, por el magnífico concierto que cerró el encuentro y que logró trasladarme a momentos  pasados y evocarme gratos recuerdos que  imaginaba perdidos gracias a la fantástica Charrada peñarandina que tantas veces  he escuchado con sonido de dulzaina, pero que sonaba grandiosa interpretada al violín. Igual me ocurrió con la preciosa Entradilla segoviana del cancionero de Agapito Marazuela, capaz de erizarme los vellos con tanta belleza. Gracias Javier, gracias Milena.
En el terreno de las querencias personales, me vería en la dificultad de tratar de plasmar en el papel las emociones del reencuentro con mis huéspedes amigos, Marcos Cadenato, @mcadenato, María Eugenia Domenech, @marudo76, Lola Prieto, @lolaprieto y María José Chordá, @mjchorda. Es una lástima que en un programa tan apretado, la convivencia hogareña se vea reducida a la hora del desayuno. Pero menos da una piedra. Hay gente con la que no necesitas decirte nada, es suficiente con saber que están ahí, aunque no los veas. Cruzarte con ellos por el pasillo de casa ya es demasiado regalo. Son la familia y punto.
Y estos no tardarán en serlo. Nos queda tan solo una kdd, aunque ya hemos puesto las bases para incorporar a mi Olimpo personal, a la manchega ingeniosa, @inmitacs y a su germánico esposo,@ Igorgoroshko. 
Inma Contreras, MªJosé Chordá, Lola Prieto e Inés Andrés
  
Ahora resulta que estaba llamando alemán a un ucraniano. Debería haberme dado cuenta de que es casi imposible que un teutón tenga una sonrisa tan abierta y un rostro tan afable, pero también creo que una experiencia como la de vivir en Almagro con una manchega de retranca y berenjena , debe dulcificar el carácter a cualquiera. Incluso a un alemán. No es el caso, como digo, porque nuestro alemán de Ucrania resultó ser de Galitzia. Otro gallego saleroso para la lista de imprescindibles, aunque para distinguirle de los de Celanova, de los de Ourense, de los de Vigo, me referiré a él como  El gallego de los Cárpatos” , que al fin y al cabo, no deja de ser otra modalidad de ejercer el galleguismo. Los gallegos son así, como los de Bilbao, que nacen dónde se los pone a tiro.

José Antonio Fraga, Igor, el gallego de Los Cárpatos, yo y Cadenato

Al bueno de Igor, además le encantan las mollejas, como a la valenciana de los ojos marítimos, Anna Sorolla, y los callos, como a Santi Galván,@galvanfrio, hijo y nieto de Galvanes y marido 1.0 de la sin par Silvia Gongo, al que tuve que llevar de urgencias a comer una ración de tan nutritivo plato al bar La Marciana. Encantado quedó. Mejor dicho, quedaron, porque además de Santi, se unieron al homenaje visceral,  Rocío Galisteo, @rociogalisteo, la esposa  presencial de @Pep Hernández y  Javi, el palentino enorme que anda buscando a Rouco para casarse con Crisdialpe, con la mediación de José Antonio Fraga. 

Santi y Rocio dando cuenta de unos sabrosos callos, al fondo los sincopados Dani Yecla y Toni Solano. Foto de Pep Hernández
  
Tú verás. Me da la sensación Cris, que tu Javi lo que busca en realidad es una disculpa para no casarse, o si no dame una explicación convincente para que escoja de celestino al gallego de las camisetas. Pero no te preocupes, cuando quieras le pedimos al de La Marciana la receta de los callos, y no te le quitas de encima de por vida. A Javi, claro, aunque es posible que tuvieses que transigir con las visitas esporádicas de los ya mencionados y de un servidor, amante como ellos de la casquería bien guisada.  De momento habrás de conformarte con que le hayamos persuadido para que se abra una cuenta en Twitter: @javi3150
Y hablando de casquerías, ¿Qué otra cosa es el corazón? No deja de ser una víscera, una víscera con sentimientos, eso sí. Y por eso los sentimientos resultan siempre viscerales. Es parte de nuestra naturaleza.  Y en el terreno de lo sentimental me tocaría contar el placer que me dio volver a ver a mi tocayo y amigo José Luis Gamboa, @jlgj, que creo que va el segundo en el ranking de preferencias masculinas de @carmeniglesiasb, por delante de @tonisolano y por detrás de un servidor. O sea que somos casi “cuñaos”. No podría resistirme a desvelar a los lectores,  que estuvo a punto de pasarse el BBPPCITA en el Mar Menor, junto a Mar Serón @marseron y Trini Martínez @trinukilla, pues entre la lluvia, la voz cálida y envolvente de mi tocayo y la alegría malagueña, o quizá gaditana, de Trini, la andaluza salerosa, debieron confundir a la choferesa Mar, que tomó el camino de Murcia, en lugar del de Jaén, por dónde tenían que pasar a recoger a Ginés Ciudad Real,@ginesciudadreal, que esperaba ansioso e ilusionado por pasar un par de días fuera de casa antes de que su inminente paternidad se lo impida. Menos mal que el bueno de Ginés debió poner orden y orientación para que todos se presentasen en Peñaranda, tarde, muy tarde, pero  además sin cenar…creo. Eso es lo malo. Por que por lo demás, alargar una noche hasta la hora del cierre de los bares te hace rejuvenecer: No sólo era buena la conversación, pardiez, era mejor aún la compañía, Silvia González @silviagongo y Paco Montero, @fjmontero. Discusión a tres bandas. Bueno, mejor dicho a dos bandas y a tres voces. Lástima que los bares nocturnos pongan la música tan alta, yo creo que con un par de cervezas más les hubiera convertido al ateísmo. Me queda pendiente para el próximo encuentro. 

También quedó truncada por la hora implacable, en este caso tras la comida, la agradable charla con Jorge Herrero @xalocgregal y mi adorada reina de las abejas @crisdialpe. Aquí eran pacharanes y orujos de hierbas los que nos daban locuacidad y buen rollo. Ah, pero las ganas de ver en acción a mi amigo Pepe Rubiales y a Anna Sorolla (más rubiales aún que @pepetic), nos obligó a posponer la conversación para mejor ocasión. 

Ojos de cielo, ojos de mar. Cristina Díaz y Anna Sorolla. Foto de Pep Hernández

No fue en vano el sacrificio, porque tuve ocasión de vivir otro de los grandes momentos del Encuentro, en el que estos cracks del proyecto Mira dentro de TIC (faltaba el tercero en discordia, Manuel López,@capileiratic, al que eché de menos, sobre todo porque un error propio nos privó de su presencia) quisieron que apreciásemos las bondades del silencio pasándonos maracas, bolsas de patatas fritas y todo un muestrario de objetos ruidosos a los que teníamos que silenciar para no romper la magia. Les chafé el invento. Lo siento, pero cuando la carcajada te brota directamente de las tripas, no hay quien la detenga. Y ya se sabe, la risa es contagiosa. No lo siento Pepe, Anna, perdonadme. Lo que si hubiese sentido es perderme vuestra genial comunicación silenciosa. 

Y de las risas contenidas por no romper el silencio, pasaría a la eucaristía de la risa:  El #fraganato, duelo singular entre dos grandes, un bilbaíno y un gallego, que disputaron en público cual de los dos traería la camiseta con la leyenda más ingeniosa. 6 camisetas por barba, 6. 

Para un poco Fraga, que me duele todo de reirme. Foto de Pep Hernández

Hacía años que no me flojeaban las piernas de reírme, años que no sentía esa sensación en la que no puedes respirar porque la risa no te lo permite, años que no tenía agujetas en la barriga debido a las carcajadas del día anterior. Bueno, en realidad tuve un amago similar en la noche de #kddalcazar, en la que @o_fragha nos refirió con todo lujo de detalles el carnaval de Laza. Gracias Marcos Cadenato, gracias José Antonio. Vaya noche inolvidable me hicisteis pasar. Realmente fueron momentos de enorme expectación que se saldaron entre las risotadas del respetable. Vaya pareja.  Y eso que no nos mostraron la camiseta modelo palabra de honor, o la minicamiseta de volantes. Y qué decir del postfraganato, en el que volvieron a estar “sembraos”, estas dos urracas parlanchinas, por las que siento una enorme devoción, valga la irreverencia.  Incluso, en los remates, el señor Cadenato y yo pudimos malentonar una canción de Sabina con el acompañamiento de la guitarra del gran Isidro Vidal @isidro y de la mirada condescendiente de Amelie, que se hacía de cruces de cómo se puede entonar tan mal. Otra vez será, Marcos.  Dicho sea de paso, que alegría me dio cuando vi aparecer a Isidro y Amelie en la biblioteca la víspera del Encuentro. Gesto impagable. 

Impagable fue también ver al equipo de Kuentalibros, encabezados por la supernova @Starpy, la más rutilante Estrella de mi TL, grabando, riendo, enREDando al personal para que hiciese sus recomendaciones bibliográficas. A ver quién es el guapo que se resiste a la mirada y la voz de Estrella, cuando te manda sentar y recomendar, o al dulce semblante de Inés @lajaines, o al gesto tierno de @mamencita, al cariñoso abrazo de @marudo76, a la sonrisa permanente de Carmen @educandoando,  o a la juvenil belleza de @merche 70. Ni siquiera le puse peros a @o_fragha cuando fue a buscarme para volver a grabar una de mis recomendaciones, y eso que guapo, lo que se dice guapo,  no es, pero persuasivo, desde luego que sí, al igual que @mcadenato o @cpaez01, al que siempre he oído mencionar como Carlitos Páez.

Carlitos Páez, Juanfratic, Gamboa, Javi y Pep Hernández.

Hay que ver con Carlitos. Imagino que cuando se ganó el diminutivo nadie se imaginaba hasta dónde iba a crecer este muchacho. Es de la talla de Pep. Menudo par de bigardos, cómo diría mi abuelo.  Por allí andaba también la sin par @lolaprieto, con su proverbial labia, dejando atónito al personal con la locuacidad de su verbo y la rotundidad de su muslo. Lástima que sólo salga en la entrevista de cintura para arriba. Yo hice mis recomendaciones, como no podía ser menos, bajo la atenta mirada de Olga Catasús, @ocatasus, que aportaba serenidad y ojos que me parecieron negros, a la escena.  Me gustó conocerla.  Otra razón más para acercarse a Murcia. La cuestión es sumar razones. 

Un par de buenas razones nos llegaron también de Galicia para sumarse a la lista de mis gallegos favoritos junto a Ana Mariñó, la @mestraprimaria que tanto se hace querer, nunca olvida traerme la medicación  de hierbas medicinales maceradas en orujo gallego que tanto me gusta, es un encanto y además es #guappis (ima), junto a los queridos, @o_fragha, @ManelRives. Las razones, para no perder el argumento, se llaman Miriam @MiriamLeiros y creo que habrá que seguirla de cerca porque nos acabará sorprendiendo con algo, ya lo veréis, y Belén @Belenjunquera, que venía con otra gallega de la que no he sido capaz de encontrar su nombre en Twitter.
 
No podría olvidarme, bajo ninguna circunstancia de nuestra adoptada @Anuska72,  una de las mujeres más discreta y menos presuntuosas de cuantas me he echado a la cara. Y digo esto porque tendría razones de sobra  para no pasar desapercibida, pues es un referente TIC para muchas personas. Lo que sabe esta chica. Y también es #guappis (ima). A la vista está, no es que yo lo diga. Como lo es también la salmantina morena @NoeBranford, que nos encandiló contándonos con gran maestría y singular aplomo un proyecto que dará que hablar. #guappis. Ana Mariño, Noelia García y Ana de la Fuente. Casi nada.

Ana Mariño y Silvia González. ¿Quién da más?

Tendría que dejar un párrafo para homenajear a Diego Redondo @diegoredondo13, que vino a cubrir el cielo de NubesTic y a llenarnos de afectos , porque este hombre siempre ha demostrado un gran cariño hacia mi persona, le debo caer bien al igual que él me cae a mi; a Juanmadiaz @juanmadiaz, que vino desde Sevilla a alegrarnos la velada el mismito día de su cumpleaños y a hablarnos de las TIC en un centro que empieza, además de tener el honor de ser el primero y el más exhaustivo de los cronistas del BBPPCITA.


Juanma Díaz cantando una sevillana. Isidro Vidal atento.
  
A @Juanfratic, que se desplazó desde las cálidas tierras alicantinas para ilustrarnos con la magia del cine, ganitas tenía de verlo por aquí. También al @profenacho , otro sevillano alegre con proyectos de gran calado y al que conocí en Carmona, y desde luego al canariosalmantino Carlos @Achinech, inseparable, cercano, inquieto, y que ya se encuentra entre los más granados profesores TIC pen-insulares. Sin dejar a un lado a mi chinata preferida,  @puerto, que en esta ocasión llegó acompañada de su preciosa hija, @martarnes, que al parecer, continuará la tradición pedagógica de la familia; a Pepe Giráldez, @pepegiraldez, alma del Colegio BASE y siempre considerado y puntual a las convocatorias del CITA y María José Rey, profesora tan innovadora como joven;  Julián Sanz, @julisanzmamolar, con el que comparto aficiones micológicas y con el que no tuve ocasión de charlar de forma amplia; Alfredo Hernando,@alfredohernado, que me relató su proyecto de dar la vuelta al mundo visitando aulas de innovación y a mi querida Carmen González @flosflorum, amena conversadora, profesora de casta y autora de mi avatar de Twitter, o lo que viene a ser lo mismo, madre de mi personalidad 2.0. Me guardo los halagos para ulteriores ocasiones; a @anacobosm, de porte elegante y con la que apenas tengo ocasión de cruzar un par de frases. A ver si en la próxima no tiene tanta prisa por marcharse;  Marian, @Hautatzen, la tímida vasca con la que no consigo una conversación; Ramón Besonías, @ramon_besonias, compañero y ya viejo conocido, con el que apenas intercambié unos saludos. Una lástima. Y no podría olvidarme de Javier Ramos, Marta Aparicio, las hermanas Marta, @matita33 y Sara Reina; los astures Alberto García, @albertogp123, y Xulio Berrós,@xuliob; María Madrazo; Evaristo Romaguera, @evroes; Miguel Martín, @kaimoreta, el simpático salmantino de las rastas; Carlos Urueña, @curuena, que no se perdió a nuestro común amigo Rubiales; Joaquín Martínez, @joaquineku; las avezadas y avanzadas estudiantes Vega, @vegalg, Elena Carmen, @elenitachen7, y Elena,@elenaGJ23, que se están codeando con la crema de los docentes innovadores y abriendo sus mentes a otras metodologías, a otras maneras y que serán sin duda quienes tomarán el relevo en un futuro. Sería imperdonable dejar de lado a mis compañeras Rocío @robudgerigar y Beatriz. En fin, una interminable lista de personas, a la que sin duda le faltará alguien cuya omisión sería imperdonable. Mucha responsabilidad para tan poco relator, por lo que lo mejor será dejar el asunto de la crónica para ocasión menos numerosa en cantidad de asistentes, aunque será difícil superarla en la calidad de los mismos. Además, creo que me hubiese quedado muy larga. Pues eso, que otra vez será. A vuestra salud. 
Va por ustedes. Por los mencionados y por los olvidados. Y también por Pep Hernández, autor de todas las imágenes que ilustran este post. No he puesto más de puritita vergüenza.