viernes, 23 de marzo de 2012

Media Maratón de León: Crónica con Estrambote


Para terminar algo, antes hay que empezarlo. Eso pasa con todo, incluso con las crónicas. Comenzar es la parte más costosa, la más dura, hasta el punto de que arrancar podría ser un 50 % del trabajo. El otro 50 %, terminarlo. Pues bien, otra media empezada, y afortunadamente terminada. De momento llevo cuatro y todas ellas en distintas capitales de Castilla y León: Segovia, la primera y la más emotiva, Valladolid la segunda, Salamanca hace quince días y León la última. Aquí os dejo mis impresiones. Mañana fría en León. Mejor dicho, muy fría, casi de pleno invierno. Lo peor, el aire helador que soplaba desde la montaña. El frío me incomoda, pero aún más lo hace el viento, que traspasa la camiseta sudada y te deja como un carámbano. Pero ya lo tengo claro, prefiero llevar puesto el cortavientos aunque me toque anudármelo a la cintura a mitad de carrera, antes que pillar un catarro. Cuando llegue el verano me quejaré del calor.

Frío también el cuerpo, puesto que no calenté previamente, hice unos ligeros estiramientos y decidí ir cogiendo el tono en vivo y en directo. Preferí pasar ese rato con Carmen. Total, estaba solo, una media se hace larga y no llevaba más pretensión que la de acabar entero. En realidad me inscribí por ver si podía volver a revivir las buenas sensaciones de Salamanca en la que me quedé con ganas de más y no era mala opción León teniendo en cuenta que ese fin de semana iba a estar en Benavente y que el lunes era festivo. Así podría darme el gustazo de unos vermúts de grifo en el Barrio Húmedo con mi amigo Javi Piñán y un botillo, si hacía al caso, para comer. Pensando en lo que iba a beber al terminar, me dieron ganas de mear casi nada más dar el pistoletazo de salida, por lo que fui entretenido viendo las posibilidades que tenía, sin alejarme mucho del circuito. Realmente, en plena ciudad no son muchas, a no ser que pilles un bar abierto. En estos pensamientos fui dejando atrás La Corredera, San Francisco, Santo Domingo, Ordoño, hasta llegar a la estatua de Guzmán el bueno, que con e brazo y el dedo índice extendidos parece decir: Si no te gusta León, por ahí se va a la estación. Pero es imposible que León no te enamore viendo la imponente fachada del Hospital de San Marcos, antiguo hospital para peregrinos y joya del plateresco español, con una decoración profusa plagada de arabescos y rematada toda ella por una crestería que evoca la del Patio de Escuelas de Salamanca. Pude ver su espectacular portada, que se corona con una peineta que bien hubiese merecido una contemplación más relajada. Otra vez será.

Ya en las orillas del Bernesga, en torno al kilómetro cinco salimos hacia una zona de campo abierto para alivio de mi vejiga y de mi soledad, puesto que nada más incorporarme a la carrera, una vez resuelto el apremiante trance, observé, a unos cien metros por delante, dos camisetas de Villoruela. Pues nada, a apretar el paso. Los pillé en la única cuesta del recorrido. Rápido nos presentamos y comenzamos a charlar. Hay una gran diferencia entre correr solo y hacerlo en
compañía. Desde el momento que me junté a Raúl y Jesús, la carrera se hizo amable a pesar del helador cierzo que soplaba desde las cumbres nevadas de la Cordillera cantábrica que se veían claras y cercanas desde algunos puntos del itinerario. Entre charlas y chascarrillos fueron pasando los kilómetros. Pasamos por delante de la acristalada fachada del MUSAC, que por sus vivos colores se me antoja una recreación moderna de las vidrieras de la catedral, cómo si el arquitecto se hubiese inspirado en ellas o hubiese querido rendirlas un homenaje en esta vistosa fachada. Nuestro camino nos llevó cerca de la Colegiata de San Isidoro, dónde se albergan algunos frescos románicos de gran belleza, entre otros, el calendario de los meses del año y los oficios asociados a cada uno de ellos. Yo utilicé el motivo correspondiente al mes de septiembre para ilustrar el post “Apología del vino”. Debió ser por aquí dónde veíamos al fondo la Casa Botines, de Gaudí, con ese aspecto de casade cuento flanqueada por cuatro torres de chapiteles cónicos y con el aspecto neogótico que quiso darle el arquitecto a esta joya del arte modernista, otra alusión casi segura al monumento más importante de la ciudad. El edificio Botines es fantástico, pero lo que de verdad te deja sin aliento es la aparición repentina, al revolver de una esquina, del cuerpo principal de la fachada de la espléndida catedral.


Encontrarse de frente con las hermosas arquivoltas de acceso a las naves, el gablete que remata la nave central y el enorme rosetón gótico, es un espectáculo impagable para la sensibilidad y para la vista. Según avanzas hacia ella vas completando su visión a medida que aparecen las torres laterales y entonces comprendes porqué es la más hermosa de las catedrales góticas españolas, la más armónica, la más pura, la más francesa. Es la Pulchra leonina que, ahora, tras la limpieza de su fachada, luce más pulcra que nunca y nos recuerda en su silueta a Reims, a Chartres, e incluso a la mismísima Notre Dame de París. Poco duró la artística visión, puesto que tras un breve callejeo por la zona gótica, salimos de la ciudad para dirigirnos hacia el campus universitario. Pude ver de refilón un cubo de la vieja muralla, ante la que murió atropellado por el camión de la basura el ilustre pellejero Genarín, cuando descargaba su vejiga contra el lienzo de la muralla. Y yo buscando campo abierto. Recordé que tengo pendiente la asistencia un viernes santo a la procesión que honra su memoria con orujo y letanías en verso. Otro motivo para volver.

De momento toca correr. Hemos cubierto los primeros diez kilómetros a un ritmo confortable de charla (5'27" por km) y toca apretar un poco el paso. No sé si la visión de la catedral me ha animado, pero me encuentro mucho mejor que cuando empecé hace casi una hora. He ido cogiendo calor y tengo fuerza. Jesús va más apurado y se queda en el avituallamiento. Yo aún no me acostumbro a beber en movimiento y siempre me toca parar si no quiero añusgarme, pero vuelvo a coger a Raúl y tiramos hacia adelante a un ritmo vivo pero regular y sostenido. Cubrimos los 11 últimos Km. en menos de cinco minutos de media. Se me hizo largo el último tramo, cuando con la puerta del estadio Hispánico a la vista tuvimos que dar una vuelta a la manzana para acceder al mismo. Entramos juntos, Villoruela y Peñaranda, cogidos de la mano y con el brazo en alto. A la emoción de acabar, se une la alegría de hacerlo en menos de 1,50, tiempo real, y mi mejor tiempo en una media y sobre todo a la sensación íntima de que aún tengo posibilidades de mejora. Ya se verá. Por lo pronto me quedo con la satisfacción de haber ido de menos a más y de cruzar la meta con fuerza en las piernas. Ahora, a disfrutar del momento. Carmen nos ha visto llegar y nos hace unas fotos. Al poco llega Jesús, nos felicitamos todos y posamos de nuevo junto a Zacarías y Jose, también de Villoruela, con la satisfacción de haber concluido otra media maratón. Hasta la próxima, paisanos.

Estrambote: Lo mejor, el caldo calentito que nos ofrecen al llegar y que me entona el cuerpo. Lo peor, la desesperante desorganización del ropero, que provocó atascos y esperas, la mía de media hora y sin trazas de avanzar, hasta que los más impacientes rompieron la barrera y pudimos entrar a recoger nuestros equipajes personalmente. En menos de dos minutos todos con la mochila a cuestas. Ducha fría, pero reconfortante, ropa seca....y a tomar unas cervezas con sus tapas. Hay que ver que rico sabe todo cuando tienes hambre..... Graniza en León, pero no importa, entre la carrera, el caldo, las cervezas, las tapas y un vinito, yo ya voy calentito.

1 comentario:

  1. Hola, me ha encantado la cronica de León, es como hacer una visita virtual por el recorrido, con los datos puedes ir recreando el recorrido y te deja las ganas de visitar el casco historico de León.
    Me a legra especialmente el estado de forma tan estupenda que mencionas en la crónica. Veo que te sabe a poco la marca de 1 y 50, que tan lejos nos parecía tan solo hace un año.
    Hoy en mi salida pensaba en el proximo verano, se me hace corta la San Rocada, y me gustaria una carrera más por zonas de camino y m media montaña.
    Ahora solo salgo por tierra y barrancos.
    El sabado me toca sufrir la carrera circular extrema de Moya que discurre por la zona más bonita de la Isla de Gran Canaria, y el reto es terminarla, sufrir pero acabar sin tiempo y el único objetivo, terminar antes de que cierren el control. Saludos y no pierdas las mañas.

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