La batalla de Maratón tuvo lugar durante la 1ª guerra
médica, que no tiene nada que ver con la
marea blanca en defensa de la sanidad pública, si no que toma su nombre de los
medos, procedentes de Persia, que se
encontraban por aquel entonces, año 490 AC, en plenas luchas territoriales
contra los griegos. Cuenta la leyenda que el soldado Filípides fue enviado a
Atenas para anunciar la victoria sobre las tropas de Darío y evitar de esta
manera el suicidio de las mujeres atenienses, que habían prometido sacrificar a
sus hijos y matarse ellas después, para no caer vivas en manos de los persas,
si antes no les llegaban noticias de la victoria griega. Imaginaos el agobio de
Filípides, que no tuvo tiempo ni para tomarse un descansito. Llegó, pero tras decir “hemos vencido”, Nenikékamen
en griego, cayó muerto.
Ese episodio es
el que ha dado origen a la prueba reina del atletismo, el maratón. (Una curiosidad que agradará a los miembros
paradinenses del club, maratón en griego, significa campo de hinojo, o hinojal,
como el paraje de la ermita de Paradinas). Ahora bien, la distancia entre el campo de batalla y la
capital de Grecia es de 37 Kilómetros, entonces,
¿por qué se corren 42.195 metros?
En realidad, esta longitud es la que existe entre la ciudad de
Windsor, en Inglaterra, y el estadio de
Londres, lugar en el que se celebró por primera vez de forma oficial esta
prueba, en 1908. Los últimos kilometros se añadieron para que la meta
coincidiese enfrente del palco presidencial del estadio. Ya se sabe, cualquier cosa es preferible antes de que los
presidentes muevan el culo de su poltrona un solo metro, que digo yo que si no
podían desplazar la meta, que hubiesen acercado la salida. Y menos mal, que los miembros del COI de la época no debían ser muy versados en Historia, porque
según cuenta Herodoto, Filípides no fue enviado a Atenas a dar el aviso, si no
a Esparta a pedir ayuda: “… los
generales de Atenas enviaron un mensaje a Esparta. El mensajero fue un
ateniense llamado Filípides, un profesional en carreras de larga distancia.
…Filípides llegó a Esparta un día después de haber salido de Atenas y
pronunció su mensaje ante el gobierno espartano."
Lo asombroso es que
Atenas y Esparta distan entre sí nada más y nada menos que 246 Km, y eso atrochando
por atajos. No me extraña que nada más llegar cayese al suelo fulminado. En 1982, tres miembros de la R.A.F. lograron
repetir la hazaña y desde entonces se celebra cada año la llamada Espartatlhón,
en este caso sobre la distancia original, al menos hasta que a algún prepotente
preboste se le ocurra colocar el palco presidencial unos metros más allá. Que hagan lo que quieran, a esa no pienso apuntarme.
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