El que piense que correr cuesta mucho trabajo, que pruebe a
escribir y verá lo que es la pereza. Menos mal, que tanto en una tarea como en
otra, empezar es lo más difícil. Una vez que arrancas, luego la cosa va
funcionando aunque sea poco a poco. Ya lo refiere el dicho popular: El comer y
el “arrascar”, es cosa de empezar,
que en este caso podríamos sustituirlo por, El
correr y el narrar, es cosa de empezar.
El caso es que he tenido que hacer un esfuerzo de
autodisciplina para sentarme a escribir la crónica de la carrera del Roscón de
Paradinas. Y lo he hecho, porque la organización lo merece, y desde luego lo
merece Esther, madrina de esta cita deportiva, y los voluntarios, y la cantidad
de personas solidarias que adquieren el dorsal 0 de la carrera, y el pueblo,
que se vuelca con los atletas, y lo merece una carrera, que en tan solo dos
ediciones nos ha demostrado que puede ser un referente en hacer bien las cosas.
Además, Paradinas no es una carrera más:
está asociada con la AECC y eso ya debería ser suficiente, pero es que además
la tenemos al lado de casa, por lo que salvo causa de fuerza mayor, no pienso
dejar de acudir mientras se siga organizando.
Además, para mí, personalmente, cuenta con una peculiaridad puesto que
debo ser el único corredor que ha participado en las dos ediciones de la
carrera con la misma edad, 50 años. A
poco sagaces que sean mis lectores averiguarán, sin duda, la fecha de mi
cumpleaños.
Como os digo, me gusta la Carrera del Roscón de Paradinas. Me
gustó mucho el trazado de la primera edición saliendo a los caminos pero quiso este año la
lluvia, dejarlos intransitables y no le quedó más remedio a la organización que
modificar el recorrido y llevarnos por la carretera que une Paradinas con
Zorita, para volver de nuevo hacia atrás con el aire en contra refrescándonos
la cara. Hizo frío, mucho frío, pero no más de lo previsible para la primera
semana de enero en plena estepa castellana. El frío intenso no deja de ser un
problema para los corredores. Calientas, te vas quitando ropa, pero unos minutos
antes tienes que quedarte con la que vas a correr y por estos pagos, esos
momentos son suficientes para volver a quedarte helado. Afortunadamente he descubierto las camisetas
térmicas que no molestan cuando corres, evitan rozaduras y te mantienen caliente
tanto en los momentos previos de la salida como en carrera, y si no has sudado
mucho, también a la llegada.
Una de las cosas que distinguen a la carrera del Roscón es
que te sientes protagonista desde que llegas al pueblo por la carretera. Ya en
el cruce encuentras los primeros voluntarios que te van indicando los lugares
para aparcar, y luego para resolverte cualquier duda, o para guiarte y darte
ánimos durante la carrera, o para atender el guardarropa, en fin, que ese es un
mérito que hay que agradecer a la organización y sobre todo, a la gente de
Paradinas.
La organización, además de solidaria es generosa con los
corredores. Ofrecernos unos refrescos y unos pinchos es todo un detalle, al que
por poner alguna pega, diré que le faltaba el vino. Algunos de los que corremos
gastamos de ese combustible, más rico, más sano y más alegre que cualquier
refresco, sin duda alguna, pero lo dicho, no es una crítica. Faltaría más. Los
corredores pagamos 5 €, y recibimos a cambio una camiseta, un pequeño roscón de
reyes, una pieza de fruta, un par de bollos, un refresco, bebida isotónica a la
llegada y el refrigerio post carrera, amenizado en esta ocasión por unos
dulzaineros de excepción, Hermógenes y César, acompañados al redoblante por
José Luis “El Bure”. No los había oído,
pero me gusta como tocan. Lo mismo me animo y me uno a mi amigo Edu y al Pardi,
para formar un trío de dulzaina para dar la alboreada en las fiestas de verano
de los pueblos. Ya veremos. Pero a lo que iba. Me encantó estar un buen rato
con mi amigo Antonio, que me suministró un bocadillo de tortilla para que
recuperase fuerzas y con el padre de Esther, su consuegro, que creo es natural
de Paradinas. No pude apenas estar con mis amigos del club, pero los veía por
allí, frente a mi y eso contribuía a darle a la carrera ese ambiente de
familiaridad que tanto me gusta. Estaban
Edu, Rony y José Luis, la sección Paradinas del grupo de atletismo. Francis,
que es el D’Artagnan de los tres mosqueteros mencionados. Adri, que no corrió por lo del embarazo, pero
que fue a hacernos las fotos. Lástima no
haberme podido quedar a comer con ellos.
Por fin pudimos volver a ver corriendo al amigo Gonza, que con tanto
máster nos tiene abandonados.
También el gran Zubiri, que tiene el corazón más
grande todavía, y que según Pardi corre en plan San Bernardo. En esta ocasión lo
hizo acompañando a Juan Antonio “Mako”, que aunque dice que ha engordado se
marcó un tiempo fantástico: 47’. Los llevé a la vista durante toda la carrera,
a 150 metros, pero fui incapaz de alcanzarlos, aunque no me importa mucho pues
eso me dio lugar a ir un rato con mi habitual acompañante, Bonilla, que en esta
ocasión me abandonó para hacer de escolta de María Jesús, la única fémina de
nuestro club. Se conoce que se la encomendó su marido, Fernando, que también
participaba en la carrera, pero que corre en otra liga. Le vi en él en el
último kilómetro, cuando se volvió a buscar a su mujer. A Pifo, a Chiri y a Rober, tan solo puede verlos
cuando nos cruzamos por la carretera de Zorita, unos de ida y otros de vuelta,
y a Clavo tan solo en el coche. Me dijo
que quería bajar de 45’ y lo consiguió. Hace un año podía seguirle, pero ahora
no soy capaz. Yo tardé unos 20’ más que el año pasado. No creo que sea por la
edad, porque como he dicho corrí con la misma que el año pasado, si no por el aire que nos
castigó en exceso. Creo que entré en el minuto 48’ 32”, a 4'51'' minutos
el kilómetro, que dadas las fechas, los kilos y mi trayectoria personal, no
está nada mal. Lo hice en compañía de Jesús de Villoruela, al que conocí en la
Media Maratón de León y con el que suelo coincidir en muchas carreras. Me da frío sólo verlo en tirantes. Esto es lo que tienen las carreras, que no solo se trata de
correr, también de relacionarte, de hacer amistades y de tomar unos vinitos
después, ya se sabe. La opción B es
dejar de comer matanza y eso sí que es duro.
En esta ocasión pude llegar al agua caliente de las duchas.
Al menos eso decían los que estaban dentro, pero cuando me metí yo, ¡¡¡¡aaaaaaahí va la fría!!!! No comenzó a salir templada hasta que ya había
terminado de ducharme, o sea que se la dejé calentita para Gabi Ruano, el de
Malpartida. A ver si en la próxima lo consigo de verdad.
O sea que Andrés, ve reservándome el dorsal 52 para la de 2015, para decir al que me
pregunte que son los años que cumplo ese día y que me gusta celebrarlo de forma
solidaria en Paradinas, aunque sea sin vino.